Zona Conurbada

LAS TRAICIONES DE MAGDA

La escena, registrada el pasado 5 de febrero, rayaba entre lo grotesco y lo caricaturesco: Magdalena Peraza Guerra, muy sonriente para la fotografía, vestía una camisa color azul con cuello blanco, en una reunión con vecinos de la colonia López Portillo de Tampico.
El mensaje político del color de la prenda era más que obvio tras sostener días antes una reunión con el secretario general del gobierno de los vientos del cambio, César Verástegui: La dos veces alcaldesa porteña daría su apoyo a las campañas de los candidatos del PAN a las diputaciones locales.
Cuando los operadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se enteraron (a través de esta columna) de que la profesora ya había pactado con un ala del panismo, ‘Los Monrealistas’ volvieron a contactar a la ex presidenta municipal para que se sumara a la bandera de la Cuarta Transformación.
Ella, la maestra, se sintió la mujer más deseada a nivel político del sur de Tamaulipas. Los morenistas insistieron una y otra vez en la creencia -errónea- que Magda Peraza cuenta todavía con una estructura territorial que les podría sumar hasta 8 mil votos en la elección del 2 de junio.
Días después de negociar con los operadores monrealistas de Morena, la profesora accedió a respaldar el proyecto de la 4T para ganar el Congreso del Estado. Por supuesto, el acuerdo no fue gratuito: ‘La Teacher’ pidió un puesto en el gobierno federal lopezobradorista, con oficina en Tampico para ‘operar’ rumbo al proceso electoral.
Eso a nadie debería causarle sorpresa, pero lo observado en este mes va más allá de su instinto de sobrevivencia política en tiempos de cambio permanente, sino de una conducta desesperada que, como se anotó, resulta grotesca, auténtica caricatura. La historia de Magda ha sido un salto tras otro, una traición aquí y luego una más allá.
En 1998, cuando el PRI estrenó el método de la consulta a la base para seleccionar a sus candidatos a cargos de elección popular, Magdalena Peraza Guerra compitió por la nominación priista a la presidencia municipal de Tampico. Dos aspirantes más participaron: José Francisco Rábago Castillo y Antonio Braña Carranza.
El resultado: Pepe Rábago ganó la contienda interna. La maestra quedó en tercer lugar. Molesta por no obtener el triunfo al interior del tricolor, aliada entonces de Alvaro Garza Cantú, apoyó la campaña de su estimado amiguito ‘bueno para nada’ de nombre Ricardo Ramírez Pérez, nominado por el PRD a la alcaldía.
Por supuesto, Magda y ‘Ricardito’ perdieron. Sabían que iban a perder, pero lo que trataron de hacer era quitarle votos al PRI para que ganara el PAN. De manera apretada, por poco más de mil 500 votos, Pepe Rábago venció al candidato panista Sergio Meza López, quien se quedó en el segundo lugar de la elección.
A pesar del maquiavélico y evidente juego que operó la maestra en contra de Pepe Rábago, ella exigió que le dieran la dirección de Desarrollo Social del Ayuntamiento de Tampico. El presidente municipal se la concedió bajo la premisa política ‘de mantener a los enemigos cerca’.
Tres años después, en 2001, con México situado ya en la época de la alternancia, Blanca Rosa García Galván se alzó con la victoria en otra consulta a la base para elegir al candidato priista a la presidencia municipal de Tampico. Magda Peraza volvió a competir… y volvió a perder… y, una vez más, quedó en tercer lugar.
En las negociaciones internas, Blanca Rosa aceptó las peticiones de la maestra: La incluyó como candidata a regidora en las primeras tres posiciones de la planilla y, grave equivocación, la designó coordinadora de la campaña.
¿Por qué fue un error que Blanca Rosa le diera la coordinación de la campaña? Si bien la ex conductora de un noticiero televisivo local estaba destinada a la derrota por culpa de los excesos de su hermano, la maestra hizo lo suyo: mantenía comunicación permanente con los operadores de la campaña del PAN. Los azules sabían cada movimiento de la aspirante tricolor. Desde entonces, ‘La Teacher’ se hizo amiga del grupo de Arturo Elizondo Naranjo, donde sobresalía Germán Pacheco… una amistad que tiempo después le rendiría frutos a ella.
La cosecha del doble juego practicado por Magdalena Peraza Guerra se consumó en 2010, cuando ese grupo de azules le ofreció la candidatura de Acción Nacional a la presidencia municipal de Tampico.
Eran tiempos muy difíciles para la ciudad de las jaibas. La violencia y la inseguridad tomaron el control del puerto. Ningún empresario panista de renombre quiso entrarle a la elección por temor. Las balaceras y las persecuciones entre bandas rivales eran cosa de todos los días. En ese contexto, esos panistas (hubo azules que se opusieron, como Hilda Gómez) pensaron en la profesora y le dieron la oportunidad política que tanto anhelaba y que el PRI le negaba.
Con esa decisión de ser candidata del PAN, Magda traicionaba a su ‘padrino’ político, a quien la invitó a participar en la vida pública a finales de la década de los ochentas: Alvaro Garza Cantú. Gracias a él, a Alvaro, fue diputada local a principios de los noventas.
Ella era alvarista… hasta 2010… cuando compitió contra el yerno de Alvaro Garza Cantú, el joven empresario y entonces diputado local priista Miguel Manzur. Con la bendición de la familia Fleishman (una familia que no es ningún mito como dice Fernando Azcárraga), que sostenía añejas disputas con el padre de Miguel Manzur, la maestra alcanzó la victoria.
Los panistas se dieron cuenta a qué tipo de persona habían hecho presidenta municipal en 2013, cuando Magda Peraza otorgó su apoyo a Gustavo Torres Salinas, candidato del PRI a la alcaldía. Ni siquiera porque Tere Sosa, la candidata del PAN era su gran amiga, la profesora cambió su decisión: en los hechos, regresó al priismo y recibió un cargo en el gobierno del estado, concedido por el entonces mandatario estatal Egidio Torre Cantú. La traición estaba consumada.
Tres años después, una vez que llegó al poder por segunda ocasión en tierras jaibas ahora con la bandera priista, Magda Peraza se lanzó en contra de quien la ayudó con su campaña electoral: Gustavo Torres Salinas. Intentó hacer lo mismo que hizo con Oscar Pérez Inguanzo. Ya no pudo.
El escenario político estatal ya había cambiado. La segunda gestión de la maestra no fue como la primera. Nunca se sintió cómoda, su mal humor era costumbre, rompió con muchos que la ayudaron. Además, era obvio: No contaba con el beneplácito de los vientos azules del cambio.
Desde entonces coqueteó con Morena, pero… el desgaste ya era muy grande. Fintó en varias ocasiones en que ya era morenista… cuando de repente, a principios de febrero apareció en la colonia López Portillo vestida de azul. Fue un error. Vino otro peor, un error de cálculo: dar un brinco formal con la 4T… ¿Por qué peor? Porque al día siguiente de la rueda de prensa, los operadores monrealistas se quedaron colgados de la bronca por culpa de Yeidckol Polevnsky que rasuró a casi todos los aspirantes y liderazgos que tuvieran el sello priista.
Ante ese escenario, ¿qué va a hacer ahora la maestra Peraza quien había pactado con ‘Los Monrealistas’?
Lo mejor que podría hacer es retirarse de la política… y vivir el resto de sus días como lo hacen los buenos políticos: de su leyenda, de su mito.

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